La pasta es uno de los alimentos más comunes en nuestra cocina. En general, podemos diferenciar claramente entre pasta seca y fresca. La primera se elabora siguiendo un proceso de secado para eliminar cualquier residuo de agua que pueda contener, lo que le confiere una textura dura. Esta pasta requiere de un tiempo de cocción mayor (entre 10 y 12 minutos) y se conserva durante más tiempo en la despensa. Por el contrario, para elaborar la pasta fresca se sigue un procedimiento totalmente artesanal, sin secado. Al albergar agua en su interior, su textura es más flexible y necesita menos tiempo de cocción (entre 3 y 6 minutos, dependiendo del tamaño). Este tipo de pasta se debe mantener en el frigorífico y consumir en menos de una semana.

 

Dentro de la pasta seca podemos encontrar distintas variedades que aportan al plato unas características y experiencia diferentes, aunque el ingrediente principal sea el mismo, porque se permite jugar con el tipo de sémola de trigo, la forma, el grosor o la textura.

 

Hoy, en Sentirse Bien Se Nota, vamos a explicarte los diferentes tipos de pasta seca y la mejor manera de acompañarla para disfrutar de su máximo potencial.

 

 

PASTA CORTA

 

Tubo

La pasta tipo tubo: como los macarrones, los penne o plumas, que se diferencian de los primeros por tener un corte sesgado en los extremos, los tortiglioni, que son tubos con estrías concéntricas en su superficie o los garganelli, resultado de enrollar un fideo plano en forma cilíndrica, son las mejores opciones para aquellos platos con salsas densas y de sabores intensos. Si elegimos un tipo con la superficie rayada, como los tortiglioni o los rigatoni, conseguiremos que la pasta absorba más salsa y el conjunto sea más denso y con más sabor.

 

Pastas con formas

Los tipos de pasta con diferentes formas, como los fusilli, en forma de hélice o espiral, los farfalle, conocidos también como lacitos o mariposa (por su traducción del italiano), o los radiatori, casan muy bien con salsas que contengan alimentos en trozos, como la salsa primavera o la putanesca. También son la mejor opción para añadir a las ensaladas de verano.

 

Pasta pequeña

La pasta de tamaño más pequeño, como la maravilla, la conchigliette (unas conchas de tamaño muy pequeño) o las estrellitas, son las mejores opciones para realizar caldos y sopas.

 

PASTA LARGA

 

Spaghetti

Si pensamos en pasta larga, la más conocida es el spaghetti. Los italianos recomiendan combinarlos con salsas sencillas pero con mucho sabor, como una salsa pesto o al aglio, oglio e peperoncino, una receta intensa con solamente ajo, aceite y guindilla.

 

Pasta larga y aplanada

Además de los spaguetti, existen otros tipos de pasta larga, como los linguine, los fettucine, los tagliatelle y los pappardelle, que se distinguen entre ellos por su grosor: 3 mm, 6 mm, 1 cm y 2,5 cm, respectivamente.

Las combinaciones habituales que podemos encontrar en restaurantes italianos son recetas de linguine con pescados y mariscos, como los linguine frutti di mare, o los linguine alla vongolle (con almejas).

Los fettucine Alfredo es el plato más conocido para elaborar con este tipo de pasta y originalmente consiste en pasta con queso parmesano y mantequilla, una receta sencilla y deliciosa.

Según los boloñeses, el tipo de pasta perfecta para acompañar su salsa son los tagliatelle. En cambio, los pappardelle combinan muy bien con salsas de carne o caza, ya que su gran anchura les permite recoger todo el sabor y aguantar bien el peso del condimento.

 

Otros tipos de pasta larga

Aunque menos comunes, también podemos encontrar otros tipos de pasta seca larga, como los capelli d’Angelo, fideos muy finos que principalmente se utilizan en sopas, dando un toque elegante y delicado al plato; los bucattini, parecidos a los spaghetti pero más gruesos y huecos; y los mafalde, muy parecidos a los pappardelle pero con los bordes ondulados.