La autoestima es la percepción positiva o negativa que tenemos de nosotros mismos, abarcando todos los aspectos de nuestra vida: físicos, relacionales y competenciales. Esta valoración propia viene modulada por nuestra personalidad y a lo largo del tiempo, influenciada por nuestro entorno y las experiencias vividas, se irá modificando.
Una buena autoestima es esencial para disfrutar de buena salud. Al valorarnos positivamente, nuestro estado de ánimo y bienestar general mejora, tenemos más motivación y energía para afrontar cualquier tipo de tarea, tenemos un comportamiento digno hacia nosotros mismos y nos aceptamos tal cual somos, dándonos valor y permitiéndonos caer en la equivocación.
La autoestima se empieza a gestar cuando los niños son todavía bebés y se va desarrollando lentamente en los primeros años de vida. En este sentido, aspectos como recibir atención positiva, ir aprendiendo a hacer cosas de manera autónoma y el refuerzo recibido para probar y aprender cosas nuevas fortalecerán esta valoración.
Factores que influyen positiva o negativamente en la formación de la autoestima
– La valoración recibida desde la infancia de los modelos de referencia y figuras de apego (padres, madres, profesorado, familia).
Al recibir una valoración positiva y de reconocimiento o una opinión constructiva sobre aspectos a mejorar, el niño reconocerá qué conductas son adecuadas y cuáles no, y se motivará para superarse.
– El éxito de conseguir aquello que se propongan.
Si el menor establece metas alcanzables y realistas, tiene más probabilidades de cumplirlas y, de esta manera, obtener satisfacción personal. Si las metas son inalcanzables sentirá frustración, desmotivación y la autoestima se verá debilitada.
– El autocontrol emocional.
Ser capaz de regular las propias emociones aporta seguridad personal y beneficia el desarrollo de relaciones sociales satisfactorias.
– La sobreprotección y las críticas.
Si el menor recibe críticas hacia su persona, en vez de estar dirigidas a una conducta concreta, su seguridad se verá afectada de manera negativa. Igualmente lo harán las críticas desproporcionadas a un resultado, una exigencia desmesurada en comparación a su entorno o una sobreprotección que le impida desarrollar su autonomía.
Como padres y madres, tenemos un papel fundamental en el desarrollo de la autoestima de nuestros hijos. Nuestro comportamiento y nuestras acciones pueden ayudar a que los niños y niñas tengan una buena valía de ellos mismos.
Qué podemos hacer como padres
Favorecer su autoconocimiento.
Para que el menor aprenda a valorarse es fundamental que se conozca y se acepte tal cual es. A través de diferentes actividades podemos mostrar y potenciar sus capacidades, a la vez que le ayudamos a aceptar sus carencias o dificultades. De esta manera, se valorará en un conjunto sin poner el foco solamente en los errores.
A la hora de aprender, también es importante que, una vez le mostremos o enseñemos cómo se hace una determinada cosa, le permitamos que pruebe por él mismo, equivocándose las veces que sean necesarias.
Feedback positivo y constructivo.
A veces tendemos a dar por sentado que las cosas bien hechas son el comportamiento natural y solamente ponemos el foco en aquello que se ha hecho mal. Si queremos que los niños y niñas se valoren, es importante que los comportamientos positivos reciban el mismo peso que los negativos, y que estos últimos se enfoquen hacia una conducta de mejora en vez de ser una crítica a la persona. Cualquier conducta errónea debería recibir una alternativa positiva para que el menor pueda actuar diferente en otra ocasión.
Retos alcanzables.
Para reforzar la autoestima los menores deben ir superándose poco a poco, aprendiendo cosas nuevas y de mayor dificultad para mantener constantemente una motivación con el objetivo de mejorar. Sin embargo, es importante que los retos que se propongan sean conforme a sus capacidades. Si no es así, el efecto será el contrario y entrarán en un estado de desmotivación.
Autonomía.
Otro aspecto que fortalece la autoestima es aprender a ser responsables de nuestros propios actos. En este sentido, es importante que demos a nuestros hijos la autonomía suficiente para tomar decisiones acordes a su edad, enseñándoles a afrontar las consecuencias, tanto positivas como negativas, que se desprendan de sus decisiones. Sentirse responsable y aprender de sus propios actos fortalecerá la valoración de sí mismo.
Papel activo en la familia.
Para que los menores se sientan valorados es importante que vean que pueden aportar un bien a la comunidad y que sus acciones son de utilidad para otros. En este sentido, es fundamental que puedan ayudar en casa con labores compatibles con su edad, hacer favores a otros compañeros o hermanos y colaborar con proyectos en la escuela.
Con una buena autoestima, los niños y niñas tendrán seguridad y se sentirán capaces para superar cualquier reto que se les presente.
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