El mindfulness es un método que busca lograr la atención plena, centrando la concentración en el momento presente. Para ello, se toma conciencia de los propios pensamientos y emociones, de la respiración, las sensaciones corporales y del entorno que nos rodea sin emitir ningún tipo de juicio, buscando la aceptación total del momento.
Esta técnica, apta para cualquier tipo de persona, aporta muchos beneficios para nuestra salud física y emocional.
Reduce el estrés y la ansiedad
El cortisol es una hormona esteroidea que el cuerpo libera como respuesta a una situación de estrés y un nivel bajo de glucocorticoides. Si bien sus efectos son positivos y nos ayudan a superar esa situación en concreto -regulando el nivel de azúcar en sangre y manteniendo la presión arterial-, si se mantiene en el tiempo acaba siendo perjudicial para nuestra salud.
Un exceso de cortisol en sangre aumenta la presión arterial, pudiendo provocar enfermedades crónicas del corazón, infartos y problemas cardio y cerebro vasculares. Además, dificulta la conciliación del sueño y lograr estados de sueño profundo.
El mindfulness, como la meditación o la práctica de yoga, aporta un estado de calma y serenidad que permite que los niveles de cortisol disminuyan, afectando positivamente en nuestra salud física y emocional. Asimismo, favorece la conciliación del sueño y permite conseguir estados de sueño más profundos.
Protege el cerebro
Entre las técnicas de mindfulness encontramos la meditación, una práctica que realizada de manera habitual ralentiza el envejecimiento. Varios investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard y el Hospital General de Massachusetts demostraron que la meditación aumenta el tamaño de los telómeros, unas estructuras situadas en los extremos de los cromosomas, que están relacionadas directamente con el envejecimiento y el desarrollo de patologías relativas a la vejez.
Por su parte, investigadores de la Universidad de Oregón descubrieron que la práctica habitual de mindfulness modifica la estructura neuronal del cerebro.
Aumenta la capacidad de concentración
El mindfulness consiste básicamente en entrenar nuestra consciencia para conseguir llevar la atención al momento presente, aprendiendo a dirigir de manera voluntaria estos procesos mentales. Con el tiempo y la práctica, se consigue realizar estos procesos con mayor agilidad, aumentando la capacidad de concentración y reduciendo distracciones, según determinaron en su estudio Walsh y Shapiro.
Dichos estudios han llevado a expertos a aconsejar la práctica de mindfulness en casos de TDAH (trastornos por déficit de atención).
Desarrolla la inteligencia emocional y mejora las relaciones interpersonales
Practicar la atención plena de manera habitual también favorece nuestro autoconocimiento y aporta una mayor gestión de las emociones -identificándola, aceptándola y aprendiendo a gestionarla-.
Según pudo demostrar Ortner, investigadora de la Universidad de Toronto, las personas que incorporan el mindfulness y la atención plena en su día a día poseen más control emocional en comparación con las personas que no lo realizan.
Esta identificación y gestión de las emociones, junto con la capacidad para controlar el estrés, ayuda a las personas practicantes a comunicarse de una forma más asertiva, mejorando sus relaciones interpersonales.
Mejora la memoria y favorece la creatividad
El estrés y la ansiedad crean bloqueos mentales. El mindfulness logra calmar la mente, desbloqueando el flujo y creando nuevos espacios que posibilitan la generación de ideas creativas. Estudios del Instituto del Cerebro y la Cognición de la Universidad de Leiden, en Holanda, demostraron cómo la práctica de mindfulness aumentaba la creatividad de los participantes. Asimismo, el mindfulness mejora la comprensión lectora, la capacidad de la memoria de trabajo y la concentración.
Sin duda, esta práctica es un excelente hábito que mejorará nuestra calidad de vida. Tan solo necesitas 10 minutos diarios para ir acostumbrando cuerpo y mente a esta práctica milenaria.
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