La meditación es una práctica mental perfecta para alcanzar estados de relajación y concentración. Esta actividad se centra en lograr un control respiratorio que permita crear una conexión con el cuerpo y anclarnos en el momento presente.
Su práctica habitual aporta muchos beneficios físicos y mentales, entre los que destacan la reducción de estados de estrés, ansiedad y depresión, una mejora del sueño, la reducción de la presión sanguínea y la tensión muscular, una mayor concentración y relajación, una mejora de la memoria y la protección del declive cognitivo, así como lograr un equilibrio emocional.
Si bien esta actividad ha sido practicada principalmente por personas adultas, cada vez son más los centros escolares y lúdicos que integran la meditación en el entorno infantil.
A diferencia de generaciones anteriores, actualmente los niños y las niñas están muy estimulados, viven constantemente conectados con gadgets electrónicos, reduciendo sus interacciones sociales y el contacto con entornos naturales. Asimismo, la inmediatez que impera en la sociedad de hoy en día dificulta que aprendan a lidiar con la frustración.
En este contexto, la meditación es una gran herramienta que les puede proporcionar muchos beneficios: saber calmarse en estados de estrés, mejorar la respiración y el control del cuerpo, aprender a mantener la concentración por un periodo prolongado, ser más empáticos, amables y tolerantes y mejorar la gestión de sus emociones.
Cómo podemos enseñar a meditar a los niños y las niñas
La mejor manera de lograr que nuestros hijos e hijas aprendan algo es a través del ejemplo, por lo que se aconseja que la meditación sea una actividad compartida con los miembros del hogar.
Los expertos recomiendan adaptar la técnica utilizada acorde a la edad del menor. Si bien a los 10 años ya pueden entender los beneficios de esta práctica y recurrir a ella cuando se sientan enfadados o agitados, en edades más tempranas es mejor introducir la meditación mediante juegos y cuentos que los lleven al estado de relajación deseado.
En cualquier caso, debemos tener en cuenta que la respiración es lo más importante de todo el proceso, ya que les ayudará a aprender a sentir su cuerpo y a anclarse al momento presente. Si aprenden a controlarla, la meditación llegará a ser una potente herramienta para calmarlos en momentos de estrés o tensión. Para ello, es fundamental que descubran las distintas partes del cuerpo que participan en la respiración y cómo se sienten cuando respiran con cada una de ellas -calma cuando respiran desde el vientre, agitación cuando lo hacen desde la parte alta del pecho, etc.-
Para lograr llegar a un buen estado de relajación al practicar los ejercicios, podemos acompañar el proceso con música suave, sonidos de la naturaleza, incluso echar mano de nuestra imaginación recreando una bonita visualización.
Mantener esta concentración y quietud durante un largo periodo de tiempo no es fácil. Silenciar la mente requiere práctica y es posible que los menores pierdan el interés por la actividad al poco tiempo de haber empezado. Para ello, lo más recomendable es iniciarse con meditaciones de no más de 5 minutos e ir aumentando con el paso del tiempo.
¡Seguro que poco a poco y con la práctica, los pequeños de casa notarán la diferencia!
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