Con el paso de los años, nuestro cuerpo va experimentando diferentes cambios fisiológicos que demandan necesidades nutricionales concretas. Adaptar la alimentación a las distintas etapas de la vida permitirá que nuestro cuerpo se desarrolle correctamente, nos ayudará a prevenir ciertas enfermedades y a disfrutar de un buen estado de salud y bienestar por más tiempo.
¿Qué debemos tener en cuenta en cada etapa vital?
Infancia
La alimentación juega un papel esencial en el correcto desarrollo físico y cognitivo del menor. En esta edad, los niños y niñas necesitan recibir una gran variedad de nutrientes, y para ello, deben seguir una dieta equilibrada y variada. Según los expertos, para asegurar un crecimiento óptimo y un buen desarrollo del sistema nervioso, no pueden faltar los alimentos ricos en hierro, en calcio y en vitaminas.
Asimismo, debemos tener en cuenta que esta es la mejor etapa para establecer unos hábitos alimentarios saludables. Todos los alimentos incorporados en edades tempranas pueden influir en las conductas alimentarias que tendrán a lo largo de su vida.
Adolescencia
Durante la adolescencia, el cuerpo sufre una gran cantidad de cambios de toda índole -físico, mental, sexual, psicoemocional, etc.-. Además, según la Asociación Española de Pediatría, es el momento en que el cuerpo alcanza el pico de masa ósea.
En la adolescencia, el cuerpo necesita una gran ingesta calórica para llevar a cabo todos estos cambios. Ahora bien, no todos los adolescentes tienen las mismas necesidades nutricionales porque no dependen solo de la edad cronológica, sino también del ritmo de crecimiento y del estado biológico de la persona.
Durante esta etapa se deben priorizar aquellos alimentos ricos en proteínas, hidratos de carbono, calcio, grasas, hierro y vitaminas.
La adolescencia se caracteriza también por ser el inicio de una evolución distinta en función del género: en las mujeres empiezan a predominar los depósitos grasos, mientras que en los hombres predomina la masa magra. Este factor también se debe tener en cuenta en la alimentación.
Madurez
Si queremos gozar de un buen estado de salud y prevenir la posibilidad de enfermedades a largo plazo, durante esta etapa debemos seguir una alimentación saludable, equilibrada y variada.
Con los años, el cuerpo va perdiendo masa muscular. Para preservarla, es importante consumir suficientes alimentos ricos en proteína, ya sea animal o vegetal: carnes, pescado, huevos, legumbres, productos lácteos, etc.
Otro nutriente que debemos tener en cuenta son las grasas saludables -aceite de oliva, aguacate, pescado graso, etc.-; su consumo nos ayudará a mantener unos buenos niveles de colesterol y cuidará nuestra salud cardiovascular.
Para que la dieta sea equilibrada, tampoco podemos olvidar el consumo de alimentos ricos en fibra -fundamentales para la salud digestiva-, vitaminas y minerales. Asimismo, si empiezan a aparecer ciertas dolencias, adaptar nuestra alimentación a combatirlas será beneficioso a largo plazo.
Vejez
Con la vejez, aparecen ciertos cambios corporales que pueden requerir una atención especial para mantener la salud y la calidad de vida.
En esta etapa, es esencial enfocar la dieta a mantener la salud cardiovascular, la ósea y la metabólica. En concreto, el metabolismo basal sufre modificaciones que consisten en una disminución de masa muscular y a un aumento de la grasa corporal. Esto, junto al hecho de que se suele practicar actividad física menos intensa, provoca que el gasto calórico sea cada vez menor. Los expertos recomiendan fraccionar la ingesta alimentaria diaria en 5 o 6 porciones moderadas, unido a una práctica deportiva moderada y adaptada a la edad.
Con el paso de los años, también se ve afectada la capacidad de absorción intestinal de los nutrientes, nuestra densidad ósea disminuye y perdemos movilidad en las articulaciones. El calcio y la vitamina D son imprescindibles para cuidar la salud ósea y prevenir fracturas.
Al sufrir una pérdida de masa muscular, la ingesta de proteínas es fundamental para mantener la fuerza y la funcionalidad muscular. Alimentos como el pescado, el pollo, los huevos y las legumbres no pueden faltar en la dieta.
Con la edad, el centro regulador de la sed va perdiendo su capacidad de funcionamiento y cada vez sentimos menos la necesidad de beber. Para evitar cualquier problema derivado de un estado de deshidratación, se recomienda incorporar caldos e infusiones. Esto sin olvidar los 2 litros de agua recomendados al día.
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