El rebozado es una técnica culinaria que consiste en cubrir un alimento con distintos ingredientes antes de freírlo. El resultado de esta técnica es una textura crujiente por fuera y jugosa en su interior, y con ella protegemos las propiedades organolépticas del alimento del proceso de fritura.
Aunque a veces se utiliza la palabra “rebozar” y “empanar” indistintamente, no son lo mismo. Rebozar significa cubrir un alimento con harina, huevo u otro ingrediente, mientras que empanar es un tipo concreto de rebozado en el que se cubre el alimento con pan rallado.
Existen tantos tipos de rebozado como creatividad e imaginación tenga el cocinero. Hoy te vamos a explicar los rebozados más clásicos, las técnicas para conseguir un buen resultado y los alimentos con los que funcionan mejor.
Tipos de rebozado
Romana
La romana es uno de los tipos de rebozado más clásicos y conocidos, ideal para pescados y hortalizas.
Para elaborarlo debemos pasar por harina el alimento previamente limpiado y cortado, posteriormente bañarlo en huevo batido y freírlo con el aceite muy caliente. La harina nos permitirá que el huevo se adhiera mejor al alimento.
El resultado es un rebozado ligeramente crujiente por fuera y esponjoso por dentro.
Andaluza
El rebozado a la andaluza también se conoce como enharinado y consiste en rebozar un alimento en harina para freírlo directamente. A diferencia del rebozado anterior, en este se prescinde del huevo, haciendo que el alimento sea más ligero. La andaluza es un rebozado típico de esa zona e ideal para los pescados y cefalópodos.
Empanado
Empanar consiste en pasar un alimento por huevo y luego por pan rallado antes de freír. Si queremos que el empanado adquiera más consistencia podemos añadir un proceso de rebozado en harina entre el huevo y el pan rallado. Y si además queremos que adquiera volumen, podemos incorporar un poco de levadura en el huevo batido.
Existen algunas versiones del clásico empanado; como “a la milanesa”, que consiste en añadir queso parmesano (a veces también ajo y perejil) al pan rallado para dar más sabor y esponjosidad, o “a la inglesa”, en la que al huevo se le añade aceite, leche o cerveza y un poco de mostaza, con un resultado parecido a la tempura.
Tempura
La tempura es una técnica de rebozado típica japonesa ideal para platos de verduras, pescados y mariscos.
La tempura consiste en elaborar una pasta mezclando harina de trigo, levadura, yema de huevo, sal y agua muy fría. La clave para que este tipo de rebozado sea un éxito es mantener la temperatura fría de la pasta, por lo que a veces a la masa se le añade hielo.
El resultado es una masa muy fina y crujiente que permite entrever el alimento empanado.
Panko
El panko es otro tipo de rebozado nipón con un resultado completamente diferente al de la tempura.
En este caso, la técnica de rebozado es la misma que en el empanado, con la diferencia de que, en vez de pan rallado, la textura del pan utilizada es en copos más grandes. Esto permite que al freír se absorba menos aceite, aportando más ligereza al plato, y le da un extra de crujiente al resultado final.
Consejos para que el rebozado quede perfecto
Para cocinar cualquier tipo de rebozado es muy importante que el alimento esté lo más seco posible para que tenga uniformidad. Antes de empezar el procedimiento se aconseja secar el alimento con papel de cocina y condimentarlo para que, una vez rebozado, sea más sabroso.
Otro paso importante para conseguir un rebozado perfecto es la temperatura del aceite, que debería situarse entre 170º y 180º. Una temperatura más elevada nos quemaría el rebozado y una menor temperatura lo dejaría reblandecido.
Para que la temperatura del aceite no vaya variando se recomienda freír por pequeñas tandas y que el alimento no esté frío.
Una vez frito, se recomienda dejarlo sobre papel de cocina durante un minuto para que pierda el exceso de aceite.
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