Cada vez son más las personas preocupadas por el impacto de sus acciones en el medioambiente. Entre algunos de los cambios que se adoptan para llevar un estilo de vida más sostenible, se encuentra la alimentación.
Tanto los alimentos que comemos como la forma de producirlos repercuten directa o indirectamente en nuestra salud y también en la del planeta. Más de un tercio de todas las emisiones de gases efecto invernadero producidas por la humanidad están relacionadas de una forma u otra con los alimentos.
Con el objetivo de reducir estas emisiones, a lo largo de los años han ido apareciendo diferentes dietas enfocadas en disminuir la ingesta de productos animales, optando por una alimentación basada principalmente en plantas.
En el marco del Día mundial de la Tierra que se celebra este 22 de abril, te explicamos algunas tendencias gastronómicas que buscan cuidar nuestro planeta.
Flexitariana
Aunque a veces se clasifica esta tendencia gastronómica como un subtipo dentro de las dietas vegetarianas, esto es erróneo puesto que, aunque la dieta flexitariana prioriza los vegetales, no excluye el consumo de alimentos de origen animal.
Las personas flexitarianas se preocupan por comer sano -eliminando totalmente los ultraprocesados- y prestan atención al origen de los alimentos: principalmente ecológico, sostenible y con certificado de bienestar animal.
Su alimentación principal son las hortalizas, las frutas y verduras, los cereales, las legumbres, los frutos secos, los germinados y los tubérculos. Habitualmente también consumen huevos y productos lácteos. Si bien no restringen por completo la ingesta de animales, las carnes elegidas son de origen ecológico, y la pesca y el marisco sostenibles.
El principal objetivo de las personas que siguen la dieta flexitariana es cuidar de su salud. Por ello, reducen la ingesta de proteína animal sin eliminarla por completo y procurando que sea siempre un acompañamiento y no el alimento principal. Asimismo, el consumo de animales no va unido a una transgresión ni a un sentimiento de culpa.
Climatariana
Las personas que siguen este tipo de dieta eligen los alimentos en función del impacto medioambiental o la huella de carbono vinculada a su producción, más allá de si su origen es vegetal o animal.
Los climatarianos no solo promueven el consumo de proximidad y temporada. También dan importancia al embalaje, al reciclaje, a evitar el desperdicio de alimentos, a la sostenibilidad y a cualquier opción que pueda frenar el cambio climático.
Si bien en general la dieta climatariana se basa principalmente en productos de origen vegetal, también consumen huevos, productos lácteos, aves de corral, carne de cerdo y pescado sostenible, siempre eligiendo aquellas opciones que tengan el menor impacto ambiental posible.
Reducetariana
El reducetarianismo es una corriente o estilo de vida que tiene como objetivo reducir las emisiones de carbono y evitar el sufrimiento de los animales. Entre muchas de sus acciones, promueven la reducción de la ingesta de productos de origen animal.
La dieta reducetariana es inclusiva, positiva y busca concienciar a la población sobre la necesidad de adoptar medidas individuales para preservar el medio ambiente. En este sentido, los reducetarianos abogan que, para percibir diferencias significativas en pro de la preservación del medioambiente, son más positivos los pequeños cambios en un gran número de personas que los grandes cambios en grupos muy reducidos.
Después de la recomendación del Informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la ONU se declaró oficialmente reducetariana.
Estas son algunas de las nuevas tendencias alimentarias que han surgido para preservar el medioambiente. Si elegimos optar por alguna dieta concreta que se base en la reducción de ciertos alimentos, siempre es recomendable acudir a un nutricionista para asegurarnos que no nos faltarán nutrientes.
Tampoco debemos olvidar que los productos de origen animal siguen siendo una importante fuente de seguridad alimentaria, de nutrición y además, el medio de vida de un gran número de poblaciones rurales de todo el mundo.
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